Richard Hornik, en su artículo publicado en Harvard
Business Review el 16-3-2011, analiza la situación por la que está pasando
Japón después del terremoto y del tsunami del viernes pasado.
Indica Hornik que muchos economistas han notado que
la magnitud de los daños causados por el desastre natural en el noroeste de
Japón podría ayudar al crecimiento económico del país a mediano plazo puesto
que se requiere de un esfuerzo masivo para limpiar y reconstruir los pueblos y
ciudades devastadas. Esta nueva situación va a crear una demanda adicional de
decenas de billones de dólares en una economía que ha estado entrando y
saliendo de la recesión en los últimos 20 años.
Un efecto similar fue pronosticado después del
terremoto de 1995 pero el estimulo resultante fue disipado rápidamente. ¿Podría
ser diferente esta vez, más que la gran magnitud de la destrucción? ¿Insistirá
Japón en su autosuficiencia? Comenta Hornik que a pesar de la muerte de
más de 6000 personas y los daños calculados en más de 100 billones de dólares
resultado del terremoto de Great Hanshin 16 años atrás, el gobierno japonés
rehusó casi todas las ofertas de ayuda. Esta vez, la devastación es tan
grande que el gobierno ha puesto de un lado la creencia de que tiene que hacer
todo por sí solo.
En los últimos 20 años, Japón ha pasado de ser una
economía fuerte, al borde de la dominación global, a una economía estancada que
el pasado año se vio eclipsada en el output económico por China. Este resultado
puede ser atribuido a factores demográficos si se considera que para el 2006 la
población japonesa llegó a 127 millones de habitantes y desde allí ha sufrido
un decrecimiento inter anual de la natalidad. En 2010, hubo 7.41 nacimientos y
9.54 muertes por cada 100.000 habitantes lo que muestra que es casi imposible
estimular una economía con una población que se encoge y que en su mayoría está
compuesta por personas mayores. Para contrarrestar el problema
demográfico, muchos de los países desarrollados han permitido la inmigración
para mitigar los efectos, pero no Japón.
El éxito de Japón, tras la II Guerra Mundial, fue
fundamentado en sus habilidades de explotar las oportunidades presentadas por
una rápida reapertura de la economía global pero se ha estancado en los últimos
20 años debido a que se ha negado a abrir su propia economía y su sociedad al
mundo exterior.
Concluye Hornik que la tarea monumental de limpiar
los desechos del cataclismo del viernes pasado y luego de reconstruir puede
llevar a Japón a abrirse al mundo. La economía resultante y la estimulación
creativa pueden marcar un punto de retorno para una economía que ha estado en
un continuo decline.
Analizando lo antes expuesto, debemos preguntarnos:
¿Estamos preparados para una catástrofe de tal magnitud? ¿Conoce nuestra
población que hacer ante una catástrofe como esta? ¿Con qué logística contamos
para rescatar y atender a los damnificados, para distribuir la ayuda
(medicinas, comida y ropa) desde los centros de acopio a los refugios? ¿Están
los refugios ubicados estratégicamente o tenemos que improvisarlos?
¿Aceptaremos la asistencia de otros países con experiencia en la gestión de
riesgos y catástrofes? ¿Qué pasaría con nuestra economía?
Es importante destacar que el aspecto demográfico no
nos afecta porque nuestra población es joven, pero ¿estamos preparados
profesionalmente y gerencialmente para enfrentar la catástrofe natural y luego
el reto de la reconstrucción? Las respuestas a estas preguntas deben venir
tanto del sector oficial como el privado, de la sociedad en su conjunto, porque
todos somos co responsables del futuro del país.
Fuente:
Richard Hornik, es editor colaborador de HBR,
es profesor de la Universidad Stony Brook y es consultor de
editoriales especializado en negocios globales y asuntos económicos. Fue jefe
de la oficina del Time's Beijing y editor ejecutivo de Asia Week.
http://blogs.hbr.org/hbr/hbreditors/2011/03/the_disaster_that_could_save_j.html
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